lunes, 1 de diciembre de 2008

TOMÁS DE AQUINO MARCO HISTÓRICO

CONTEXTO HISTÓRICO EN EL QUE SE INSERTA LA OBRA DE TOMÁS DE AQUINO.

En el año 1215 el clérigo burgalés Domingo de Guzman funda en Tolosa una Orden de Predicadores, una Ordo Fratrum Predicatorum, dedicada ex professo a la predicación y defensa del dogma católico (apologética). En esta orden de ‘hermanos predicadores’ ingresará Tomás de Aquino en 1243.
Tras un periodo de estudio y aprendizaje bajo la tutela de Alberto Magno, primero en París y después en Colonia, se estableció como profesor lector en la Universidad de París en 1252, mientras realizaba sus estudios para alcanzar el grado de doctor, que consiguió en 1256, siendo nombrado profesor de Filosofía en la misma Universidad este mismo año. Para entonces ya eran muy citados sus primeros escritos profesorales, especialmente el Scripta super libri Sententiarum (comentario a las sentencias de Pedro Lombardo). En 1259 es requerido en Roma por el papa Alejandro IV y permanece al lado de la curia, como consejero y teólogo apologeta, durante nueve años. Obtiene de Roma la licencia para volver a París en 1268, con la finalidad de empaparse de las tesis averroístas que amenazaban con socavar el principio de la autoridad magisterial de la Iglesia, al defender el principio de la doble verdad. Durante esta estancia polemizó desde su cátedra con el averroísta Sigerio de Brabante, a quien no tardó en desautorizar como teólogo. No obstante su labor de refutador del averroísmo y de otras ‘desviaciones’ doctrinales va a desarrollarla mucho más paciente y extensamente por escrito, siendo esta gran refutatio, la parte más magra de su extensa producción literaria. Mas la originalidad y la potencia de la misma no hay que buscarla solamente en plano teológico-apologético, sino en el más puramente filosófico ya que, tras desautorizar el averroísmo desde una perspectiva teológica, se dispuso hacerlo también en el terreno filosófico desarrollando una vasta reinterpretación del pensamiento de Aristóteles, que acabará desautorizando no solamente las propuestas de los averroístas, sino las del mismo Averroes, el más sabio de los gentiles. Mientras desarrollaba esta tarea, y de acuerdo con el principio agustiniano de la vigilancia de la racionalidad desde la fe (aunque desde una perspectiva naturalista), iba defendiendo la idea de la perfecta racionalidad del principio católico de la subordinación del poder temporal al de la Iglesia desde la base de la definición teológica de un derecho natural en el que la jerarquía se presenta como un orden providente. Toda esta ingente tarea la inscribió en sus dos obras más extensas: la Summa contra gentiles (1261-1264); y la Summa Theologica (1265-1273), que es su obra capital, y que no pudo concluir ya que la muerte sorprendió al ‘doctor angélico’ camino de Lyon, para participar en el Concilio, al tiempo que casi culminaba su redacción.

Un rasgo sobresaliente, y muchas veces olvidado o desestimado de la obra de Tomás de Aquino, es su carácter sintetizador de corrientes doctrinales tan aparentemente dispares como puedan serlos las que expresarían los escritos de Aristóteles, Platón, Agustín de Hipona, Boecio, Averroes, Avicena, Maimonides, Ibn Gabirol, etc. A propósito de este mismo rasgo de ‘inculturación’ que tiene su obra también resultará interesante la observación de que su labor de relectura de los textos originales de Aristóteles fue posible gracias a la labor de la Escuela de Traductores de Toledo, que fue la institución que hizo posible la versión latina de los textos del Estagirita. Estos textos, los aristotélicos, sólo se conocían por referencias y fragmentariamente hasta la traducción del árabe al latín de su versión cordobesa (árabe), y constituyó la base literaria de la lectura que los averroístas franceses hacían tanto de los comentarios de Averroes a la obra del estagirita como de las fuentes ‘originales’ de Aristóteles. Tomás de Aquino utilizó el término ‘gentiles’, de ascendencia paulina, para referirse a los teólogos adscritos a la doctrina averroísta, es decir a los escolásticos, musulmanes o no, cuyas lecturas y reflexiones provenían de estas fuentes toledanas.

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